Gran verdad encierra la frase acuñada por el presidente Benito Juárez al señalar el respeto como el eje para lograr la paz entre las naciones, la cual derivó en un principio de política exterior de nuestro país: el respeto a la libre autodeterminación de los pueblos; algunos decidimos que nuestro Estado sea democrático, otros, como Inglaterra, que sea monárquico, aún tratándose de una monarquía constitucional en la que la figura del rey o reina y sus funciones-atribuciones se orientan a la cohesión social y se encuentran supeditadas a la Ley Fundamental.
Por cierto, hace apenas una semana, el 8 de septiembre de 2022, murió la reina de Inglaterra, Isabel II, cuyo reinado tuvo un duración de más de setenta años, es decir, vivió los estragos que dejó la Primera Guerra Mundial, gestó y participó como mecánico y conductora de autos en la Segunda Guerra Mundial, vivió el nacimiento de la Organización de las Naciones Unidas, vio levantarse y caer el Muro de Berlín, vivió la Guerra Fría así como la implementación de la Perestroika y el Glasnost rusos, vio el nacimiento y auge del liberalismo nuevo (perfeccionando y agudizando los postulados de su paisano Adam Smith), por señalar solamente algunos de los acontecimientos mundiales más representativos de los que atestiguó.
Así pues, su majestad, Isabel II, es parte de la Historia mundial del siglo XX. Mi pésame al pueblo inglés, pues sé que aprecian su régimen monárquico y, en general, simpatizan con la familia real.
En lo personal, no me gusta la monarquía porque no comulgo con la idea de que una familia o individuo, por el simple hecho de que tuvo la suerte de nacer en un lugar y en un momento determinados, sin que nadie lo haya elegido para pertenecer a una casta, tenga privilegios que la mayoría carece. Yo prefiero la democracia, soy un declarado demócrata constitucional.
Precisamente un día como hoy, pero de 1810, ya se encaminaba de Querétaro al Curato de Dolores un emisario de la Corregidora, Josefa Ortiz de Domínguez, para alertar al Cura Miguel Hidalgo y Costilla, que los realistas habían descubierto la conspiración. Así, luego de escuchar al mensajero, beber un chocolate caliente e irse a dormir, muy temprano del día siguiente el cura Hidalgo repicó la campana de la iglesia e hizo el llamado al pueblo para sumarse a la causa independentista, que lleva de suyo la libertad y la igualdad, ideas contrarias a la monarquía, invitando a dar muerte al mal gobierno.
Ciertamente, en aquellos inicios del siglo XIX se defendía la Corona española (Hidalgo, se dice en algunos libros, llegó a arengar al pueblo gritando ¡Viva Fernando VII!); sin embargo, tal defensa fue coyuntural debido a la invasión francesa, napoleónica y nunca se dejaron de lado las causas independentistas, igualitarias y libertarias.
Celebremos y conmemoremos hoy el Grito de Dolores ¡Viva México y vivan los héroes que nos dieron Patria y Libertad! Estaremos pendientes del Grito de nuestras autoridades políticas, pues es el discurso político más breve que emiten.
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