CELAYA, Gto.- (OEM-Informex).- El obispo de la Diócesis de Celaya, Alejandro Aguilar Ledesma, invitó a que en el 2023 no quedarse con el sabor del fracaso de los infortunios, sino aprender de la enseñanza que se encuentra encerrada en esa adversidad, y así aprender a vivir, amar, rezar, convivir y hasta aprender a morir.
“En esta ocasión nos reunimos para dar gracias a Dios por todo lo que en este año vivimos, lo que aprendimos, porque todos en esta vida venimos aprender, y en este año, en medio de zozobras, de crisis sanitarias, económicas, políticas, violencia, impunidad, inseguridad, decimos a Dios gracias por todo lo que aprendimos, gracias por el don de la vida, porque tantas dificultades y aquí estamos, y el Señor nos permitió llegar al final de este año”, enfatizó el Obispo ante cientos de feligreses que saturaron la Catedral a pesar de la lluvia por la tarde.
Explicó que la palabra eucaristía significa dar gracias, y a misa acuden los agradecidos, ya que quien es agradecido merece haber vivido, porque todos han recibido bendiciones, y por eso un año, más que un tiempo cronológico, es un tiempo de bendición, un tiempo de gracia, un tiempo en el que Dios ha manifestado su bondad.
Aseguró que las experiencias negativas también son aprendizajes, ya que se ha aprendido de la pandemia, de las tecnologías; pero además de ser el tiempo para dar gracias, es el momento de pedir perdón.
“Muchos de nosotros tenemos mucho de qué pedir perdón, porque nos llenamos de pereza, de flojera, de negligencia, y con la pandemia se nos pegó la flojera. En muchos campos de la vida nos quedamos atascados en la nostalgia. Pero tenemos que dar el paso, no podemos quedarnos estáticos, porque la misma dinámica de la vida y el crecimiento personal, la evolución histórica nos implica e implica a caminar”, exhortó con voz firme.
Resaltó que la juventud no es un estado biológico, y aunque hay muchos jóvenes, les falta juventud, y por ello los invitó a poner toda la emoción, ya que son ellos quienes por su energía deben impulsar a los más grandes.
Exhortó a los jóvenes a que exista voluntariado social, que los jóvenes tengan ganas de estudiar, prepararse, casarse, tener hijos, de trabajar en protección civil, hacer brigadas de reforestación, de atención a enfermos y adultos mayores, incluso hasta de cierta rebeldía social, pero que no sean apáticos a la vida.
“Buscar en este 2023 esa paz tan anhelada, porque nosotros los hombres nos hemos convertido en lobos, unos contra otros, partidos contra partidos, grupos contra grupos, castas contra castas, ricos contra pobres, cultos contra ignorantes. Ese no es el camino para construir la paz. Cómo quieren construir la paz creando dificultades, polarizaciones. El papa nos invita a que seamos hermanos todos”, expuso ante miles de todas las edades y de diferentes colonias y hasta de comunidades.
En la celebración de fin de año, el Obispo explicó que, si Dios es el padre, “y nosotros somos sus hijos, entonces qué somos entre nosotros: hermanos. Esa es la verdadera fraternidad, el que reconoce que tiene un padre común. La fraternidad es cuando todos somos hermanos, independiente al color, credo, partido político, porque decimos Padre Nuestro, no es padre mío, porque si es Padre Nuestro, se entiende que quien está al lado tuyo es tu hermano”.
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El guía espiritual de la iglesia católica expuso que en la eucaristía es tiempo de ser hermanos, y de ahí conseguir la paz, ya que en misa se repite la palabra paz, como “la paz esté entre nosotros”, “mi paz les dejo y mi paz les doy”, “dense fraternalmente el saludo de paz”, y la eucaristía es alimento para la paz.
“Este año 2023 dense un tiempo para estar cerca de la eucaristía, nuestra eucaristía dominical que nos hace ser hermanos, hijos de un mismo Padre, en donde todos nos damos la mano para construir la paz”, expuso.