“El deudor es esclavo del acreedor” (proverbios 22:7)
La relatora especial de la ONU Gulnara Sainan, hizo un comentario en 2009 sobre la esclavitud a la que te somete la deuda, señaló que la servidumbre por deuda, es en la actualidad una de las formas más frecuentes de esta explotación.
Sin embargo, la ética bíblica lo viene señalando desde tiempos remotos, alertándonos que el que toma prestado es esclavo del que presta, dándonos con esto una lección muy importante de economía. De esto queremos tratar brevemente en esta ocasión.
¿Alguna vez has considerado cuántos bienes se pierden en nuestro país por cuestiones de deuda?, tan solo en mi familia tengo varios casos cercanos, de pérdida de bienes materiales por cuestiones de deuda. Quizá tú puedas tener la misma experiencia.
Por un momento, el crédito puede parecernos que trae cierta satisfacción, pero a la larga y cuando hacemos de éste un estilo de vida, definitivamente trae consecuencias. Por ejemplo, pensemos en cuánto nos sale realmente un producto a crédito, la mayoría de los casos, nos cuesta mucho más que si lo pagásemos de contado.
El crédito en realidad es disfrutar de las cosas antes de ganárnoslas, y eso nos impone en sí una carga. La palabra “cargar” proviene de “carrus”, término latino con que se designaba a la carreta romana de carga con cuatro ruedas, significa “carga”, y la persona que hace compras a cuenta de crédito se pone una “carga”.
El sistema de pagar con tarjeta de crédito hace que los usuarios consuman más, que aquellos que pagan en efectivo.
Gastar en exceso en uno mismo, tampoco nos ayuda a nuestro crecimiento financiero, de hecho, nos pone cargas que nos traen presión no solo a nosotros, sino también a la familia, y como dirían por ahí, el alto porcentaje de las discusiones que se generan en el hogar son en relación al dinero. El que gasta de más, demuestra indisciplina.
Cuando gastamos más allá de nuestra capacidad, nuestro presupuesto, o nuestras necesidades básicas reales, recurriendo a la deuda, nos esclavizamos a otros, pues quedamos obligados a pagar lo que debemos, es decir, es entregarle a otra persona el derecho de hacernos reclamaciones. Una deuda, puede involucrar dinero, promesas, comida, tiempo, favores, etc.
La deuda tampoco nos permite estar libres para pensar, pues la carga que puede representar una deuda, nos esclaviza también mentalmente a entregarle nuestros pensamientos para salir de ella, esto nos imposibilita utilizar nuestra mente en ser creativa para ser productivos. Por eso, el dinero fácil, ese que se nos ofrece con créditos “fáciles”, puede resultar al final, más una trampa, que un impulso financiero.
Ojo, no estoy diciendo con esto que no podamos hacer uso de una tarjeta de crédito, si la sabemos usar podemos sacarle mucha ventaja, pero solo si tenemos la disciplina de adquirir un producto con esa tarjeta y contamos con el capital para liquidarlo completo en el tiempo señalado, sin tener que pagar intereses.
Bien hacemos en disciplinarnos a no ceder a la tentación de la deuda, y si estamos ahí, bien hacemos en trazarnos un plan financiero para liquidarlas lo más rápido posible.
Aquí solo he abordado brevemente el tema de la deuda en un plano personal, ahora imaginemos la carga que genera la deuda a nivel nacional, por ejemplo, aquí en México, ir toreando la deuda, ¿en qué nos ha beneficiado realmente?
Este es otro ejemplo de los muchos conceptos que encontramos en el documento bíblico sobre economía. Sobre todas estas cosas debe estar enseñando el cristianismo, cualquiera que sea la denominación, en sus iglesias y en sus congregaciones, pues son temas en los que necesitamos ser educadas las personas para entender cómo desarrollarnos en cada aspecto de nuestra vida, y la economía es uno de estos aspectos.
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Artículo escrito por: Alejandra Pimentel Sánchez. Licenciada en Ciencias de la Familia.